domingo, octubre 30, 2005

cabo

Ya entiendo mas a esta ciudad, pese a todavía no hablar su idioma. Creo que el tiempo te hace ver las cosas de diferente modo. Creo que lo que hace realmente interesante a Estambul, entre otras cosas, es su desorden organizado. La capacidad de sorpresa es mucho mayor aquí. Todo puede cambiar en breve. El todavía poder perderme en mi propio barrio es algo positivo. Para mi es mas bonito encontrar que buscar. Tras el desorden, se encuentra algun tipo de fuerza que hace que la ciudad siga adelante. No se de donde proviene, pero en ocasiones he llegado a notarla.
Habiamos ido a la zona de Eyüp, en el final del Cuerno de Oro (Haliç). Habiamos cenado, visitado el bazar, escuchado musica y paseado por la orilla. En teoria volviamos en barco hacia Eminönü, para regresar a casa. Pero el barco se dirigió hacia Kadıköy (parte asiatica). Nos habiamos equivocado de barco. Las mezquitas iluminadas daban la escala y orientacion de la ciudad, mientras recorriamos el Cuerno de Oro. Entre ellas solo la oscuridad de la noche y puntuales lucecitas. Desde la popa y con la roja bandera ondeando, notamos la corriente al entrar en el Marmara. Y esa fuerza de la ciudad, que evitaba que nos alejasemos, como si de un cabo estuvieramos unidos. Un grupo de estudiantes cantaba en la cubierta, y el viento contestaba con fuerza. El cabo seguia estirandose, hasta que llegamos a Kadıköy. Una vez alli, se veian las mezquitas brillar en el horizonte. Toda la ciudad estaba como dentro de una burbuja anaranjada. El cabo habia llegado al limite, entonces comenzo a contraerse hasta devolvernos a la parte europea de la ciudad.

miércoles, octubre 19, 2005

madera

bombilla

jungla

El tráfico aquí es increíble. Hay muchos coches, y pocos respetan las normas de circulación. Los accidentes están a la orden del día. Y cuando hay uno parece que tienen prohibido mover los vehículos, ya sea en mitad de la autopista o en una pequeña callejuela; ya os podéis imaginar los atascos y las discusiones que se forman.
Puedes encontrar todo tipo de transportes para desplazarte por la ciudad: tranvías (moderno y antiguo), metro, tren, autobuses, “dolmus” (como microbuses de barrio), taxis, taxis-furgonetas con trayectos fijos y a compartir, teleféricos, barcos, catamaranes… como ya os he dicho antes, aquí todo es posible.
Para usar casi todos los transportes de la ciudad se utiliza el “akbil”. Es como un pequeño llavero o tarjeta, con un botón metálico (parecido a las pilas de los relojes), que se usa a modo de monedero electrónico. Tu vas recargando tu “akbil” a medida que vas gastando el dinero en los desplazamientos. Cuando hay que pagar el metro, un tranvía, o el autobús basta con pasar el botón metálico por el punto de contacto de la maquina de pago.
Es un buen invento, aunque a mi me resulta más divertido y sorprendente el viaje en “dolmus”: estos pequeños autobuses realizan rutas por los barrios de las afueras, y se llenan hasta reventar en las horas punta. Es increíble la de gente que se puede llegar a meter. El conductor sigue recogiendo a gente hasta que esta tiene que ir colgada de la puerta. Que naturalmente suele ir abierta. La gente se va subiendo al vuelo, ya que el “dolmus” nunca llega a pararse del todo. Y una vez en marcha, es muy divertido ver como la gente va pasando el dinero del ultimo en subir, para que otro viajero lo cobre, ya que el conductor esta demasiado ocupado tratando de atravesar las calles y autopistas de la jungla de Istanbul.

jueves, octubre 13, 2005

gota

El otro día visite la zona de Sultanhamet (mezquita azul), cuando se acercaba la hora del final diario del “ramazan”. Cuando se puede empezar a comer. Sobre las seis y media de la tarde. Durante todo el mes se montan casetas y puestos ambulantes, tipo feria, en el parque del antiguo hipódromo, y por las noches hay actuaciones musicales y teatrales. Aquello fue espectacular: la gente asalto todas las casetas y puestos de comida nada más escuchar los cánticos de las mezquitas. Había todo tipo de comida, de todas las regiones del país. Los que habían ayunado devoraban en cantidades importantes. Los olores de los diferentes alimentos se mezclaban en medio del parque. Hacia algo de frío al acabar el kebab y no tener nada caliente entre las manos. Se escuchaban músicas tradicionales turcas, con algunos de sus típicos y curiosos instrumentos. Probé una especie de chorizos (de vaca), típicos del “ramazan”; un kebab con un tipo de carne diferente, como mas grasienta, típico de Anatolia oriental; y de postre disfrute con el caramelo otomano. Tiene la textura como de un “sugus” derretido. Se estira como la mozarella de las pizzas. Es muy dulce, y esta “enrollado” helicoidalmente en un palo de madera. Es realmente divertido, y esta muy rico…

Aquí la comida es muy importante. Los turcos comen mucho, y no solo en los atracones del “ramazan”. Pero creo que comen nutritivamente y equilibradamente. Su dieta se basa en un fuerte desayuno, suave almuerzo, merienda y una buena y temprana cena. Todas estas comidas las enlazan con el té, que nunca dejan de beberlo.

La comida además es una buena forma de compartir buenos momentos. Y no solo en la mesa, también en la cocina. Durante mi estancia en casa de la familia Dogan he disfrutado muchísimo de todas y cada una de las comidas, pero también me ha encantado aprender de Ayshen algunos de los secretos de esta fantástica Gastronomía. Y como no, lo mejor para finalizar una buena comida es un buen “baklava”, ya sea en la mesa y con el te; o en los columpios de un parque bajo cuatro invisibles gotas.

miércoles, octubre 12, 2005

tiempo


Fue realmente increíble estar allí; junto a las ruinas del castillo, en lo alto de la montaña. Soplaba un fuerte viento del norte, las nubes se desplazaban velozmente tamizando la energía solar y variando los tonos de los verdes bosques. Estaba en el final del Bósforo, allí donde empieza el mar Negro, cuando el tiempo se detuvo.
El crucero por la autopista marítima del Bósforo es muy interesante. A un lado Europa y al otro Asia. Dos grandes puentes unen los continentes. En las orillas se puede observar de todo: preciosos palacetes, aberraciones turístico-hoteleras, estercoleros, astilleros, casas de pescadores, mezquitas, restaurantes, castillos… todo es posible.
A la vuelta la silueta de la ciudad estaba dibujada sobre el cielo anaranjado y rojizo del horizonte. Los esbeltos minaretes y las cúpulas redondeadas iban aumentando de tamaño a medida que nos acercábamos. El viento seguía soplando y rizaba el mar, cuando de nuevo el tiempo se detuvo.

jueves, octubre 06, 2005

prismaticos


pez

Y llegó un día en que Estambul se volvió gris. La ciudad se ha refugiado en si misma. El “ramazan” además, ha cambiado el habitual horario de la gente. Por las mañanas ya no hay la vitalidad y bullicio de gente por las calles. Hay barrios completamente desiertos por el día; en cambio por la tarde cuando el gris se va convirtiendo en negro, las luces se van encendiendo mientras en los mercados se venden los últimos alimentos y en las casas se encienden los fogones… voy a intentar seguir el “ramazan”, pero sin los atracones vespertinos.
Voy conociendo a más gente. En la universidad aprovecho las horas muertas jugando al baloncesto. He empezado mi curso de turco: 3 días por semana, 4 horas al día, durante dos meses. Mañana acaba el festival de cine de Estambul, al final solo he podido ver una película, una francesa sobre un frustrado pianista, no recuerdo el nombre. He conocido a erasmus de otras universidades y de todas las nacionalidades, el sabado conocere el Estambul nocturno.
Sigo recorriendo y descubriendo rincones de la ciudad. Me gusta pasear por los jardines del palacio Topkapi, bajo sus milenarios árboles. Me gusta ir a ver a los pescadores a la entrada del Bósforo, allí donde las corrientes se juntan y los peces se reúnen. Me gustan los 10 minutos de camino a la universidad escuchando a los planetas y viendo despertar al barrio. Me gusta cruzar el Bósforo de Europa a Asia y viceversa. Y me gusta pensar que me gustaran muchas más cosas.