domingo, febrero 05, 2006

calle

Hacía sol pero el hombre de las castañas seguía ahí. En la esquina con su gorro y sin parar de dar vueltas a esas castañas ayer más amarillas que blancas. Una mujer bostezaba delante de la tienda de muebles. Un niño de unos diez años entraba en el restaurante a trabajar. Un gato dormilón y espatarrado tomaba el sol sobre la caliente tapa de la alcantarilla. Toda la calle estaba reflejada por las cristaleras del enorme edificio de oficinas. Bajo las ruedas de un coche medio abandonado, de los que ya no se fabrican, quedaba algo de nieve.
Es bonito compartir opiniones sobre esta ciudad con alguien que la esta descubriendo a la misma vez. Compartir ese restaurante escondido, o ese tejado desde el que se ven las vistas o las anécdotas pasadas tras el visor de la cámara. Y cuanto más viajas más aprendes y más tienes que contar. Tengo ganas de conocer este país. Estoy seguro que debe ser diferente a Estambul. Mientras tanto trataré de seguir aprendiendo y compartiendo. Seguiré escogiendo ir por la calle que nunca antes haya pasado.