viernes, enero 27, 2006

guardian

seis

jueves, enero 26, 2006

copo

El terrón de azúcar se va disolviendo en el té. Al remover con la cucharita he vuelto a ver la nieve que todavía cae ahí fuera. Hoy ya sin tanto viento, se puede ver como los copos quedan suspendidos momentáneamente en el aire. Hasta que vuelve el viento, o estos deciden dejarse caer sin miedo a derretirse.
Cuando lees una buena novela, realmente te metes en la historia e imaginas sus personajes y situaciones. Estos días estoy leyendo para no desentonar Kar (Nieve) de Orhan Pamuk. Es una novela preciosa y muy bien ambientada. Al mirar por la ventana de mi habitación o al irme a dormir yo también creo estar en esa ciudad de la Turquía oriental (Kars), viendo nevar e investigando sobre los suicidios de unas jóvenes “empañoladas”. Os la recomiendo a tod@s.
En la terraza del piso ahora mismo hay prácticamente medio metro de blanca e intacta nieve. Al mirarla dan ganas de tirarse sobre ella. Esto no para y da pereza salir. Así que seguiré con el té, la novela y mirando por la ventana ese momento de incertidumbre de los copos, bajo el silencio de la nevada.

martes, enero 24, 2006

rail

ventisca

Sigue sin dejar de nevar. Pero lo que molesta es el viento. Me recuerda a la ventisca de aquel día en el telesilla. Todos los tejados blancos. Las tumbas del cementerio que se ve por la ventana también cubiertas de nieve. La noche ahora es gris, hoy no hay estrellas ni luna. La música es un adagio lento y rápido a la vez. Con sobresaltos, quizás ráfagas de la ventisca de ahí fuera.
Me gusta ver las ciudades bajo todas las condiciones atmosféricas. Ver como responden, como se acoplan a cada una de ellas. Istanbul lucha estos días, intenta seguir el día a día. Pero las dificultades topográficas y climatológicas son enormes.
Ha sido alucinante ver hoy encendidas las bombillas del puesto de pescado de la esquina, al hombre que vende tiritas a la entrada del metro, los innumerables carritos de “simit”, al pescador del puente de Gálata, a todos los camareros que me han gritado “buyrun”, al niño que vende chocolates junto al semáforo, al hombre de la bandeja que reparte los “çay” o a cualquier otro habitante de esta ciudad, que hoy como yo caminaba con precaución para no resbalarse, con los hombros encogidos por el frío y con la cara enfurruñada al ir contra la ventisca.

domingo, enero 22, 2006

cristal

En ese momento recordaba mis primeros días en la ciudad. Los trayectos eran diferentes con el calor intenso. Ahora frotaba el humedecido cristal para tratar de ver las luces bajo la lluvia. Pensaba en mis impresiones la primera vez que había pasado por allí. Y de sí todavía eran las mismas. El limpiaparabrisas del autobús trabajaba a destajo. Las anillas para sujetarse se balanceaban. Me preocupaba una de las luces, junto a ella se filtraba agua. A su vez esta agua caía en uno de los asientos junto a la puerta trasera. El hombre del asiento contiguo trataba de dormir. De vez en cuando las gotas caían sobre él, pero su oscuro chubasquero las repelía. Había bastante tráfico. No dejaba de llover. Hubo un momento en que ya tan sólo se bajaba gente del autobús. Íbamos quedando pocos. Los rostros reflejaban el cansancio acumulado de la semana. Seguía frotando el cristal con la manga de mi abrigo e intentando reconocer los edificios. El suelo estaba sucio y húmedo, un hombre casi resbaló. La luz de parada solicitada volvió a encenderse. Bajo la lluvia, caminando seguía recordando e imaginando. Memoria e imaginación. Ya hacía mucho de aquella primera noche en la que llegue con el mochilón a la espalda y acompañado de alguien a quien no conocía. Ahora si sabía donde iba y porque. E imaginaba que pasaría cuando toda esta aventura finalizará.

martes, enero 17, 2006

gaviota

domingo, enero 15, 2006

sombra

miércoles, enero 11, 2006

bayram

Los planes cambian tan rápidamente como surgen otros. Al final he pasado el “bayram” en Istanbul. Pero acompañado de una visita, que siempre es de agradecer. Ya habrá tiempo de conocer lo que hay más allá de los no conocidos límites de Istanbul.
La ciudad estaba vacía, como dormida. Todo el mundo debía estar en las casas reunido en familia. O se había ido a su pueblo o ciudad de origen. Entre la intensa lluvia y a veces granizo, recorrimos las calles, puentes, cuestas, callejones y plazas de la ciudad. Pero esta vez sin gentes, sin tumultos, sin tráfico, sin ruido… algo totalmente diferente a lo habitual. Era otra Istanbul. Las nubes también tenían prisa por llegar a algún sitio, porque pasaban a gran velocidad por el Bósforo. Eso permitía que se asomase el sol de vez en cuando. El gris era cambiante hasta que llegó la noche y con ella el frío y la oscuridad. Ni siquiera los incansables pescadores del puente de Galata aguantaron. Todos nos retiramos.
Al llegar a casa comprobamos realmente el espíritu del “bayram”. Ya nos habíamos desprendido de los empapados abrigos y estábamos empezando una partida de “tavla” para entrar en calor, cuando el timbre sonó. Era un niño con un platito de cordero recién guisado y todavía humeante, era el vecino. Mi cara de sorpresa debió hablar turco, porque yo en ese momento no pude hacerlo muy bien. Salió el abuelo de la familia nos dijo que aproveche y nos deseo un feliz resto de “kurban bayram”.

martes, enero 10, 2006

paloma


sábado, enero 07, 2006

gorra



encontrar

Feliz año!! De vuelta en Istanbul. Instalándome en el nuevo piso. Algo de frío y lluvia. Exámenes y entregas. Pero la semana que viene “bayran”. Es una fiesta en la que es típico sacrificar a un animal, y este se reparte entre toda la familia y los pobres. Iré con Sercan a un pueblecito de Bursa a conocer más de cerca estas fiestas. Sus costumbres y tradiciones. Ya os contaré.
Ha sido raro volver. Por un lado había ganas, pero por otro vuelvo a echar de menos lo que aquí me falta. Me tengo que volver a poner con el turco. Y empezar a preparar mis futuros viajes por este gran país. La bicicleta esta a punto y también mi nueva cámara de fotos.

A través del objetivo todo parece diferente. Hay muchos instantes decisivos que poder captar. A veces hay que enfocar mucho, en otras ocasiones tan sólo apretar el botoncito. Puedo detener cualquier instante y guardarlo para siempre. Vuelvo a fotografiar, vuelvo a aprender, vuelvo a buscar y espero volver a encontrar.